En el año 2017 me encontraba en un momento muy difícil de mi vida. Me sentía muy perdida y con pocas ganas de seguir adelante. En ese momento la práctica se cruzó en mi camino, y aunque al principio no sabía muy bien qué me hacía sentir, mi cuerpo se sentía muy bien y cada vez me pedía mas y más y yo… se lo di.

Meses después me di cuenta del impacto que estaba teniendo en mi vida y de la gran herramienta que estaba incorporando en mi día a día, y… entró para quedarse hasta el día de hoy.

A lo largo de los años han sido muchas enseñanzas las que he recogido de la práctica. Me enseñó a vivir de otra manera, me enseñó a cambiar mi manera de relacionarme con la vida.

Se convirtió en mi momento de paz y re-conexión conmigo. Encontré un lugar seguro en el que conectar con mi ser, sin juicios, simplemente estando y aceptando cada proceso de la vida. Fué el motor que me impulsó a recuperar las riendas de mi vida y cada día desde entonces obtengo presencia, me recuerda que solo existe el ahora y me hace ser plenamente consciente.

Podría decir que el yoga  me ha salvado de los momentos más oscuros de mi vida. Y es que, el yoga no cambia los problemas que tenemos pero sí que nos ayuda a verlos desde otra perspectiva. Hoy, siento la necesidad de compartir contigo esta herramienta tan poderosa, que renueva, que transforma y que nutre cuerpo, mente y alma.